LAS LENGUAS COMO CONFLICTO


José Luis Pérez Óvilo La lucha por la hegemonía mundial entre las llamadas "grandes lenguas", es causa y consecuencia de los conflictos lingüísticos existentes en todos los países del mundo y uno de los problemas más complicados que tiene planteados la construcción de la Unión Europea. Ahora, entre otros muchos, se han producido dos hechos relevantes: el problema del castellano en Cataluña y la decisión del Señor Balladur en defensa de su lengua, bajo pena de fuertes sanciones, multas y hasta de prisión, corroborando que ninguna nación europea aceptará nunca el idioma de otra comunitaria como único hegemónico y confirmando que la diversidad lingüística es la principal causa de conflictos entre etnias.

El problema del castellano en Cataluña es un problema gravísimo que, por mucho que se quiera relativizar, tendrá consecuencias importantes y en cualquier caso será de larga duración, porque todo nacionalismo, cuando obtiene su independencia o cierto grado de autonomía, tiende a repetir las mismas pautas de represión contra quienes las ejercitaron contra ellos. Por ser las lenguas vehículos de comunicación y ser la comunicación humana la más noble de sus funciones, las lenguas se convierten en el más íntimo patrimonio de cada cual, convirtiendo la lengua materna en lo más querido, y, por tanto, en lo último a lo que un hombre renunciará. Este hecho hace que la lengua sea el primer estandarte que enarbola cualquier nacionalismo, ya sea estatal o nacional, dado que su finalidad es cultivar todo aquello que separa, resaltar las diferencias y rebuscar querellas pasadas para actualizarlas, creando barreras pasionales mucho más fuertes que las naturales. Los nacionalismos, ya sea el de las grandes lenguas como el de las lenguas minoritarias, agrandan las diferencias como signo de identidad y son inequívocos instrumentos para el odio y la confrontación. No me cabe la menor duda de que toda persona que tiene al catalán como lengua materna, tiene el derecho a utilizarla y a expresarse en ella. Y porque este derecho me parece irrenunciable, considero que toda persona que tiene al castellano como lengua materna, tiene el mismo derecho a reclamar lo propio: todo lo demás es pura discriminación. Pregonar que no se empleen las lenguas como arma son necios brindis al sol y cualquier componenda política, sin consenso por todas las partes, será antesala de gravísimas confrontaciones.

Una segunda cuestión espinosa, que tendrá consecuencias imprevisibles en la construcción europea y en la relación entre Estados, ha sido la decisión del Gobierno francés en defensa de su lengua, porque en resumidas cuentas tal decisión va contra el inglés y su deseo de imponerse como lengua hegemónica. Francia está dando sus últimos coletazos como lengua dominante y protesta ante la imposición del inglés, cosa que no hizo cuando la impuesta era la suya. Durante todo el siglo XVIII el francés alcanzó sus más grandes logros. En Rusia Pedro el Grande favoreció y usó el francés. Catalina II emprendió una verdadera campaña por afrancesar a las clases dirigentes de su imperio. Las "personas bien educadas" se avergonzaban de hablar en ruso y los hijos de la aristocracia apenas lo dominaban. Tuvo que ser la reacción del gran científico ruso M.V.Lomonosov, considerado como el fundador de la moderna lengua literaria rusa, junto con las positivas reacciones que comenzaron a sentirse dentro del país, lo que comenzase a poner fin a tal desafuero. La resistencia ante la ola de afrancesamiento por parte de Inglaterra fue significativa, surgiendo el primer conflicto grave en 1.753 con motivo de un acuerdo de precios. En Alemania la penetración del francés fue enorme. En 1.780, Federico II se burlaba de los intentos de Lessing por eliminar la influencia del francés en Alemania y afirmaba que la lengua francesa era la llave que abría las puertas del mundo. De este mismo modo se expresan hoy en España la mayoría de intelectuales, docentes y políticos en favor del inglés como medio para la comunicación internacional. Sin embargo, las ideas de Lessing, que reflejaban el significado creciente de las lenguas nacionales para la formación de las naciones y para la conservación de la cultura propia y de la identidad nacional, vencieron a las del propio monarca.

Porque España no es Francia, en nuestro país se dan todas las facilidades para someterse al país hegemónico de turno: hasta hace unos años al francés y ahora al inglés, ofreciendo a esta lengua todo nuestro sistema educativo, facilidades en nuestras universidades, enseñanza masiva en TV y acuerdos múltiples con el British Council, sin reciprocidad alguna, demostrándose de manera evidente cuál es el país dominante y cuál el sometido, todo ello en detrimento de nuestra lengua, nuestra cultura y nuestra presencia en el mundo. Aún España no cuenta con un Lessing ni un Lomonosov que nos devuelva nuestra dignidad en pie de igualdad.

José Luis Pérez Óvilo


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