Doctor: ¡soy un pobre diablo!

-Compréndame, doctor, ¡son esos altibajos los que me matan!

Diablo -¿Y cuándo aparecieron los primeros síntomas?

-Hasta hace algo menos de cien años ¡estuve durante largos milenios tan tranquilo! Sólo una ínfima élite podía comunicarse por encima de las barreras lingüísticas. Mi patrono, Lucifer, estaba contento: los hombres no se entendían de uno a otro pueblo.

-¿Qué sucedió en el siglo pasado?

-Yo tuve mucho miedo, ¡por culpa de un chiquillo! Ello sucedió en Bialystok, en lo que hoy es Polonia. Él miraba con sus grandes ojos doloridos a las gentes de su ciudad que se destrozaban: cuatro etnias (polacos, judíos, rusos, alemanes), cuatro alfabetos, cuatro religiones, cuatro odios. él hablaba corrientemente las cuatro lenguas locales y sabía por experiencia que, franqueado el puente lingüístico, las relaciones se establecerían sobre una base distinta. Tenía todo lo necesario para desarticular mi plan: era un superdotado, como se dice hoy, que tenía corazón y una sensibilidad artística muy fina. Para colmo, era a la vez modesto y tenaz. ¡La peor de las combinaciones humanas! Vi dibujarse su resolución en su cara. Estudié los cuadernos donde consignaba su proyecto. En lingüística llevaba un siglo de adelanto sobre su época. Fui presa del pánico.

El doctor escucha -¿Qué había de extraordinario en sus ideas?

—Había comprendido él que, para el diálogo entre extranjeros, era preferible utilizar una lengua nacida a nivel internacional, que la lengua de un pueblo dado. Pero, sobre todo, había comprendido que una lengua surge necesariamente de un proceso social, colectivo y anónimo. Miles de proyectos de "lengua internacional" o de "lengua universal" habían sido ya publicados, por ejemplo, por Descartes y Leibnitz, pero sus autores no habían sentido lo que era una lengua y habían propuesto unos códigos rígidos, prefabricados, por decirlo de algún modo. Luis Zamenhof, a los 17 años, sabía que una lengua se constituye en gran parte inconscientemente, por el uso. Para él, una lengua era un organismo vivo, que no cesa de captar elementos lingüísticos y a proponer algunas estructuras fundamentales concebidas para que una lengua viva pueda nacer de manera natural, si por ventura un grupo de gentes lo adoptase para comunicarse.

—¡Pero no cabía ninguna posibilidad de que se adoptase un código tan rudimentario!

—En efecto; por eso le hablo de altibajos. Cuando vi que los editores rechazaban publicar su proyecto (unas centenas de raíces, 16 reglas gramaticales, unos ejemplos de textos), me dije "Falsa alarma". Por desgracia, nuestro hombrecillo consiguió editar su ridículo folleto por su cuenta. No era notable, pero en mi calidad de diablo especializado en cuestiones lingüísticas sé oler el genio, y todas las ideas del chiquillo eran geniales. Tuve de nuevo miedo.

—¿Qué hizo usted?

—Nada, de momento. Conté con la inercia humana y el aspecto detestable del librito. La pega estaba en que la Europa del Este, al final del siglo XIX, era un lugar de gran efervescencia social y cultural nadando en un clima de idealismo apasionado. Con el inicio de las ideas sindicalistas, nuevas manifestaciones solidarias aparecían en toda una capa de la población, entre las más modestas; se manifestaban unas curiosidades culturales que jamás habían existido antes. Por otra parte, esas gentes trabajaban duro y no disponían de tiempo para ponerse a estudiar el francés o el inglés.

—¿Hubo, pues, cierta coincidencia entre la propuesta de Zamenhof y la necesidad de comunicación de cierto número de individuos?

—Exactamente. Bastaba con recorrer el folleto para darse cuenta de que después de unas horas de estudio se podía comenzar a tener correspondencia. ¡Imagínese lo que supone para un almacenista de los talleres del ferrocarril de Riga poder tener correspondencia directamente con sus colegas de Estocolmo y de Budapest sin tener que aprender una lengua complicada! ¡Era una extraordinaria apertura hacia el mundo! La noticia se extendió como un reguero de pólvora. Lo que temía se produjo: unas gentes adoptaron el pequeño núcleo lingüístico para comuniarse entre ellos.

—Pero ¡Vd. no permanecería sin reaccionar!

—No. Yo les ridiculicé. El envite del asunto era de carácter social, y me eché al bolsillo a los intelectuales. Sus privilegios se apoyan en cierta medida en el conocimiento de las lenguas y en una especie de monopolio sobre la comunicación internacional. Ellos me apoyaron admirablemente, con una mala fe que me deleitó.

—Y gracias a eso, el proyecto de Zamenhof nació muerto, como todos saben.

—Pues no; precisamente no murió. En 1902, cuando apareció la primera lista de personas que lo utilizaban con regularidad, se pudo encontrar nombres de chinos, japoneses, mongoles, sudamericanos, escandinavos, eslavos e incluso, en Tananarive, un cierto señor Ravelojaona. El mal había prendido por todas partes.

—Estas gentes no eran, sin embargo, sino una ínfima minoría increíblemente diseminada.

—Desde luego. Pero los lazos que les unían eran de una fuerza rara. Ellos habían aprendido el embrión lingüístico para comunicarse y se comunicaban. Se visitaban los unos a los otros, cotizaban para enviar un delegado a una reunión internacional en un país vecino, organizaban campamentos, encuentros, reuniones de toda especie, publicaban juntos boletines, revistas. En 1913, dos revistas en la "lengua internacional" lanzada por Zamenhof aparecían en los círculos obreros de China, ¡dése Vd. cuenta!

—Pero, entonces, la lengua...

—Sí; la idea de Zamenhof se convertía en realidad. Cuando una palabra o una expresión era necesaria, alguien proponía una u otra forma. Si tenía éxito, entraba en la lengua. Si no, se le desechaba. Eso se hizo tanto para el vocabulario como para la gramática. Lo que hoy se llama "Esperanto" es el resultado de esta práctica anónima. Por ejemplo, una "cartera" en el sentido de "portadocumentos" se dice TEKO, pero nadie sabe dónde, cuándo, en qué país, por quién, fue introducida esta palabra. Puede leer las obras completas de Zamenhof —quien, consciente del papel importante de los escritores en la formación de una lengua, publicó miles y miles de páginas— y no la encontrará.

Sin embargo, aún se produjeron cosas mucho peores:Belleza italiana un día vi a un joven polaco enamorarse de una belleza italiana en un campo de esperantófonos. Su sola lengua común era el Esperanto. El modo por el que cual este muchacho explotaba todos los recursos de la lengua para expresar su amor era inimaginable. Un verdadero poeta. Cuando se casaron y tuvieron hijos cuya lengua materna era el Esperanto, yo estaba desquiciado, atolondrado. Si el público, por azar, se diera cuenta de lo que esta lengua VIVA, que no está ligada a ninguna etnia, a ninguna ideología, a ningún país y que se aprende en diez veces menos tiempo que una lengua nacional, exigiría que se la enseñase por todas partes en la escuela primaria.

—¿Por qué en la escuela primaria?

—Es la tesis de los partidarios del Esperanto. Pedagógicamente hablando, se ha comprobado que el niño aprende esta lengua extremadamente deprisa, al ser totalmente regulares las estructuras gramaticales y léxicas y que ello le hace ganar un año o dos en el aprendizaje ulterior de otras lenguas. en el nivel secundario, el niño aprendería una lengua de su elección —inglés, español, persa, chino, latín...— por interés cultural, puesto que el papel de instrumento internacional de comunicación estaría reservado al Esperanto.

—Los niños aprenden muy deprisa no importa qué lengua. ¿No teme nada?

—¡Ay, doctor! Vd. se equivoca. Se nota que Vd. no lee las reseñas de los expertos. Se efectuaron unas experiencias en ciertas escuelas primarias de Suiza: al cabo de tres años los niños no tenían más que una escasa comunicación y los observadores notaron un desánimo desde el primer año, cuando los niños se dieron cuenta de la lentitud de sus progresos. En Irán, el ministro de educación nacional se quejó el año pasado de que después de seis años de inglés, la inmensa mayoría de los alumnos eran incapaces de escribir una frase sin tener faltas.

—Pero ¡en Esperanto se encuentra la misma dificultad!

—Precisamente no, y eso es lo que me exaspera. Usted no imagina lo que es una lengua cuyas estructuras son totalmente coherentes, donde basta saber "pan", PANO, para poder formar por sí mismo "panadero", PANISTO, y panadería, "PANEJO"; donde basta saber "sano", SANA, para formar por sí mismo "curarse", RESANIGI, e "incurable", NERESANIGEBLA, una lengua cuya gramática se asimila en unas horas...

—Debe ser una lengua muy pobre.

—¡Ah, doctor, si pudiera decir verdad! Es lo que hago decir a los caracteres fuertes, pero de vez en cuando hay personas de buena fe que quieren juzgar por sí mismos. Ellos descubren que la limitación de medios no quita nada a la riqueza, al contrario. En español, las praderas verdean y los campos de trigo amarillean, pero los campos de berenjenas no pueden "moradear", o "rosear" un rosal. Veamos: he aquí una muestra, comprensible, después de sólo unas lecciones, pero que no tienen equivalente en las numerosas palabras en español: Ho plej kisinda!, plej aminda! Nur videti vin min sagas rekte al la kor'! (ej se pronuncia como la "ei" de "ley"). Es intraducible. Eso quiere decir algo así como ¡Oh tú, que más que cualquier otra mereces ser abrazada, besada, tú que más que cualquier otra eres digna de ser amada, el solo hecho de vislumbrarte me lanza una flecha recta al corazón. Si leyera a los poetas y novelistas que escriben directamente en Esperanto, vería hasta qué punto esta lengua se ha hecho expresiva al mismo tiempo que conserva su sencillez.

—Pero, ¿es exacta?

—¡Ay, sí! Cuando se dice en inglés "Japanese encephalitis vaccine", el profano no sabe si se trata de un bacilo fabricado en Japón contra la encefalitis, o de un bacilo específico de la enfermedad llamada "encefalitis japonesa". En Esperanto se dice JAPANA ENCEFALITVAKCINO en el primer caso, JAPANAENCEFALITA VAKCINO en el segundo, lo que no tiene la pesadez del francés o del español, que se obligan a agregar preposiciones, aunque carezca de la fluidez del inglés, en el que nunca se sabe a qué se vacuna nos estamos refiriendo...

—De cualquier modo, no tiene porqué preocuparse, puesto que el Esperanto nunca fue tomado en serio por nadie.

—No es tan fácil, doctor, y eso es lo que me hace sufrir. Siempre los altibajos. Faltó poco para que fuera adoptado en a Sociedad de Naciones en 1922. El informe del Secretariado fue totalmente favorable. Felizmente, los chauvinismos de las grandes potencias pusieron orden en ello. Pero, cuántos chantajes, cuántas presiones no tuvieron que ejercer sobre los países pequeños.

—¡Todo eso ya es viejo!

—Pero sufrí muy fuertes conmociones. Fue un "bajo". Por suerte, poco tiempo después conocí un "alto": los esperantófonos fueron en gran parte exterminados, al ser su lengua asimilada, aquí, la "subversión roja". Pero vuelven a brotar como hongos, y hay siempre ciertos países en donde escapa a las persecuciones y a la hoguera. Cuando en 1954 la Conferencia General de la UNESCO adoptó la resolución IV.1.4.422, donde se hizo constar los "resultados alcanzados por el Esperanto en el dominio de los intercambios intelectuales internacionales y el acercamiento de los pueblos del mundo", tuve mucho miedo. THANKS GOODNESS, esta resolución cayó en ele olvido, al igual que el informe imparcial de la Sociedad de Naciones.

—Ya ve que no tiene porqué preocuparse.

—En pura lógica, quizá; pero mi miedo está latente y cualquier cosa lo despierta. Cuando el Cuerpo Común de Inspección estudió el problema de las lenguas ¿Vio Vd. las cifras en el documento A/32/237, presentado a la Asamblea General de las Naciones Unidas el 11 de octubre último? ¡Espantoso. La conclusión "lógica" de ese informe debería haber sido la adopción por etapas de una lengua internacional, única solución que es a la vez equitativa, cómoda, económica y sin pérdida de prestigio para alguno. Tal plan fue desde luego propuesto, en privado hasta aquí, pro el jefe de la delegación australiana en la ONU, el señor embajador Ralph Harry.

—Pero el Cuerpo Común de Inspección...

—... escamoteó completamente la solución evidente. ¡Uf!, sé que se puede siempre contar con la patología mental de la naturaleza humana, pero los datos del Cuerpo Común de Inspección hacían resaltar de manera tan perfecta la amplitud del problema que yo tuve pánico. Si esos señores hubieran tenido la idea de mirar lo que acaece en las organizaciones epsrantófonas, en donde la comunicación se hace mejor, sin injusticias, después de un tiempo de estudio limitado..., pero eso no es todo.

—¿Sucedió algo más todavía?

—¿Conoce Vd. al Director General de la UNESCO? ¿No? Un hombre encantador. Es un africano francófono. Se marchó en persona al Congreso Universal de Esperanto en Reykjavyk el verano pasado. Pronunció un importante discurso sobre la comunicación.

—¡Qué puede importar eso!

—Importa, porque un Director General no se molesta personalmente con frecuencia para tomar la palabra en el seno de una organización no gubernamental. Importa... Observé (también estuve yo allí). Vi que él quiso saber cómo funcionaba el Esperanto entre japoneses y rusos, holandeses y brasileños, malgaches e iraníes. Escuchó al alcalde de Reykjavyk expresarse en dicha lengua, y después, al Ministro de Cultura de Islandia. ¡Fue monstruoso! Comprobó que la comunicación INTERNACIONAL era mucho más armoniosa en la lengua de Zamenhof que, por ejemplo, en la Shakespeare.

—¿Es eso verdad? ¿Cómo puede ser?

—Ello obedece a toda clase de factores lingüísticos, fonéticos y psicológicos, pero nunca terminaría si se los detallase. No olvide que le Esperanto fue forjado por cuatro generaciones de personas de todas las religiones, de todas las clases sociales, de todas las edades, que habitaban los más diversos países, unidos por un solo objetivo: comunicarse. Una lengua es un organismo vivo que tiende espontáneamente hacia un equilibrio entre manejabilidad y precisión. Si se la deja evolucionar de manera natural, tiende por sí misma a alcanzar ese equilibrio.

—Pero si lo que Vd. dice es cierto, ¡todas las lenguas serían igual de precisas y manejables que el Esperanto!

—No, porque no se les deja evolucionar de manera NATURAL. Todos los niños hipanohablantes dicen espontáneamente "he escribido", o "una trigra"; los francófonos dicen "des chevals" o "vous disez" en lugar de "des chevaux" o "vou dites", mientras que los niños ingleses dicen "foots" o "she comed" en lugar de "feet" y "she came".

—Eso es lo que le da encanto a las lenguas como el español, francés o inglés.

—Quizá, pero es también lo que crea una dificultad para los extranjeros. De hecho, las lenguas son muy diversas: la belleza literaria del Esperanto, como la del chino, viene de la perfecta regularidad de sus estructuras. Enla mayor parte de las lenguas nacionales, el aspecto "manejabilidad" del equilibrio natural está artificialmente inhibido por un largo acondicionamiento familiar y escolar que no tiene su equivalente en Esperanto. Esta lengua nació de una abundancia de comunicaciones internacionales, y ha realizado su equilibrio a un nivel óptimo para los intercambios entre pueblos. En todo caso, el hecho está patente: entre chinos, iraníes y japoneses, por ejemplo, su SOLTURA es mucho más grande en Esperanto, después de dos años de Estudio, que en inglés después de diez años.

—¿Y el Director General de la UNESCO se dio cuenta?.

—Espero que no. Pero constató que personas de 60 lenguas diferentes podían reír EN EL MISMO INSTANTE las ocurrencias deuno de sus humoristas, y discutir con una animación que no se encuentra nunca en las otras asambleas internacionales en donde la barrera de las lenguas inhibe la espontaneidad.

—¡Hombre, no se preocupe! ¡Un Director General tiene tan pocos poderes! Y los hombres son tan masoquistas...

—Tiene razón, doctor. ¿Por qué elegirían una solución simple, agradable y democrática, cuando pueden escoger un sistema complicado y pesado, que permite a los más fuertes conservar sus privilegios? Pero el Esperanto no deja de ganar terreno. Hay actualmente, en África, sobre el despacho de un ministro de educación nacional, un documento proponiendo reemplazar sobre todo el continente negro la enseñanza del inglés, del francés y del portugués por el de la lengua local y la del Esperanto. Todos los africanos que hubieran seguido esta enseñanza durante dos años de escuela PRIMARIA podrían así comunicarse entre ellos en una lengua sin pasado colonial, mientras que actualmente, una pequeña élite sólo accede al dominio de una lengua europea, después de seis o siete años de estudios SECUNDARIOS, y eso no permite incluso a un malí el "discuter le bout de gras" con un keniata. Espero que el ministro tenga suficientemente desarrollado el sentido de sus privilegios para no comunicar dicho documento a ningún colega, pero nunca se sabe. Además...

—¿Además?

—Además temo que un día los países cuya lengua no sea utilizada a nivel internacional pida que se agregue el Esperanto a las lenguas de trabajo. Sería en cierto modo el representante del conjunto de lenguas menores. ¿Por qué un finlandés, un afgano, un brasileño, deben hablar la lengua de una gran potencia? Si se les ocurriera la idea...

—Pero eso no haría sino aumentar el revoltijo lingüístico, lo que sería en vuestro interés.

—No lo creo. Sería un caballo de Troya. Al cabo de algunos años, todos se darían cuenta de que el Esperanto es más manejable que las otras lenguas a nivel internacional. Y como es muy fácil de asimilar, para todos los pueblos, su uso correría el riesgo de extenderse.

—Sin contar con que ciertos "grandes" podrían utilizarlo para evitar la crítica de "imperialismo lingüístico".

—Por favor, doctor, no me agobie. No había pensado en eso. Si Vd. me hace pasar también por altibajos...

—Pero, a fin de cuentas, ¿por qué le da miedo que se extienda el Esperanto?

—Veamos, doctor: yo soy el diablo encargado de mantener Babel, de favorecer los malentendidos, las desigualdades sociales, la s soluciones no democráticas, etc. Si no cumplo mi cometido, mi patrón Lucifer se pondrá furioso.

—¿Qué le haría?

—No sé, me..., me haría sufrir.

—Pero dijo que había alcanzado el máximo de sufrimiento soportable. Proponga a su patrono encargarle otro trabajo. La comprensión lingüística nunca impidió a los hombres destrozarse. ¿Tanto le importa Babel a su patrono?

—¿Él? Quizá, en el fondo, no tanto. Es más bien a mí. Comprenda que es la obra de toda mi vida. Tiene Vd. razón. Desde hace algunos decenios pago un precio demasiado elevado en angustia e inseguridad. Creo que voy a dimitir.

—Perfectamente. El simple hecho de tomar esa decisión va a procurarle un sosiego inmediato. Evidentemente va a ser necesario encontrar otra actividad...

—Tengo una idea. Desde el tiempo que yo lucho contra el Esperanto, lo conozco en sus menores recovecos. Voy a proponer mis servicios como traductor.

—¿Traductor? Pero si deja de sostener Babel, ¡no se tendrá más necesidad de traductores!

—¡Doctor, doctor, reflexione! Hay millones de páginas de archivos, obras fundamentales, reglamentos de todas clases que será necesario establecer el texto auténtico en Esperanto cuando la lengua se convierta en oficial. Y está la traducción literaria. Muchas obras maestras han sido publicadas en la lengua de Zamenhof, pero quedan todavía una enorme cantidad que no han sido traducidas. Además, está la idea del señor Saheb-Zamani.

—¿Qué idea?

—Viajando por el Tercer Mundo como especialista de la salud pública, el Sr. Saheb-Zamani constató que la formación de los técnicos y cuadros medios era muy incompleta a causa del problema de las lenguas. Traducir todos los manuales a las lenguas locales resultaba muy caro. Pero aprender el inglés, el alemán o el francés suficientemente a fondo para servirse de los manuales publicados en esas lenguas no está al alcance de este personal. El señor Saheb-Zamai aprendió Esperanto, se dio cuenta de que esta lengua es muy exacta, o sea, está muy adaptada a la enseñanza técnica y asequible en poco tiempo a todos en el Tercer Mundo. Por eso propone que se organice la enseñanza del Esperanto al personal en cuestión y que se publiquen todas las obras de base en dicho idioma. Estas obras podrán tener así una tirada formidable que los haría más baratos. Ciertos editores japoneses están sobre la pista de este mercado potencial. Habrá con ello para ocupar a los traductores durante años. Sabe Vd., cuando se ha pasado la vida a debatirse como un pobre diablo (si se puede decir) para impedir a los hombres dialogar y conocerse, hacer traducciones debe ser sosegado.

—¿Lo cree Vd.?

—La traducción, en general, es un oficio horroroso, pero en Esperanto es más bien candente. Hay dificultades, desde luego, justo lo suficiente para estimular el espíritu. Pero, ¡de qué libertad se goza! Lo que hace difícil la traducción en las lenguas nacionales son las exigencias de la gramática, el uso, o la imposibilidad de derivar por sí mismo las palabras de que se tiene necesidad. En una lengua donde no hay ninguna dificultad arbitraria es..., es verdaderamente apasionante.

—Pero, mi querido amigo, ¿qué sucede? ¡Diríase que ama ese Esperanto que causa su desgracia!

—Le amo y le detesto. Es un malvado pilluelo. Implacablemente lógico, como los pilluelos, y desbordante de creatividad, como los malvados pilluelos. Me ha cabreado de tal modo... Creo que le he tomado cariño. Pero, ¿qué sucede, doctor? ¡Tiene un aire soñador?

—O, como sabe Vd., la psiquiatría es muy rentable, pero no es así siempre. Hay momentos en que en que sueño con otra cosa, pero sin encontrar realmente mi camino. Entonces, traductor... Traducir en francés nunca lo aceptaría, pero en una lengua sin excepciones, en donde se pueda dar a cualquier palabra una forma adjetiva, substantiva, verbal, adverbial, está bien eso, ¿no? Traducir una lengua fácil, donde la creatividad sea siempre estimulada. Traducir, incluso en horas libres a domicilio Dígame, querido paciente y no obstante amigo, el Esperanto, ¿dónde se aprende?

 

 

S.P. RENTEAUX
Aparecido en la Revista suiza Dialogue
de la Organización Mundial de la Salud
y traducido del francés por
don Francisco Zaragoza Ruiz,
profesor de E.G.B.
y delegado español de ILEI.


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