Recensión Bandera del Esperanto sago

Recibamos sin complejos la herencia de nuestros antepasados:

Imperiofobia y leyenda negra.

Aŭskultante homon, facile estas
scii kie li ekvidis sunlumon
se li laŭdas Anglujon, li estas anglo
se li rifuzas Prusion, li estas franco,
kaj se li fiparolas pri Hispanio..., li
hispano estas.
      Oyendo hablar un hombre, fácil es
saber dónde vio la luz del sol
Si alaba Inglaterra, será inglés
si reniega de Prusia, es un francés
y si habla mal de España...
es español.

   El poema de arriba salió de la pluma del poeta Joaquín Bartrina, español de Barcelona de 1850 a 1880. Lo conocí por el libro de Fernando Sánchez Dragó cuyo título es exactamente ese: Y si habla mal de España, es español (2007), que recensionaremos en el futuro. Pero menciono ambos, el poema y el libro, porque es increíble que la Leyenda Negra tenga más creyentes en España que fuera de nuestra tierra. Comenzó en Italia cuando el Imperio Español mandaba allí, y la continuaron después los ingleses, holandeses y alemanes por el temor que tenían al único Imperio en todo el mundo bajo la autoridad de nuestros emperadores.

    Obra maestra de Elvira Roca Brea Es muy revelador que hoy en España abunda la idea de que todo lo extranjero es mejor que lo que tene­mos aquí. Se tiene buena opinión de Europa, aunque nada bueno nos vino nunca de allí. Cuando veo artículos en los periódicos en que se culpa a Es­pa­ña de genocidio en la actual Suda­mé­rica, en el tiempo de su conquista, y también de los hechos malvados de Carlos I y Felipe II, y los demás go­ber­nantes españoles a través de toda nuestra historia, no puedo dejar de sen­tir lástima por la profunda igno­ran­cia de esa gente, imperdonable en los que han nacido y se han educado en España, e incluso en algunos países de Sudamérica. Quizá esas personas no saben, o quizá silencian mendaz­mente, que en Gran Bretaña los cató­li­cos no tuvieron plenos dere­chos ci­vi­les que les correspondían hasta me­dia­dos del siglo 20, mientras que en la tierra conquistada en América por los españoles (desde Alaska a la Tierra del Fuego, en Argentina), los indios tenían los mismos derechos que los castellanos nacidos en Castilla. De hecho los indios perdieron esos dere­chos en cuanto dejaron de ser españoles, justo después de la independencia de esos países, o de la invasión de Estados Unidos en su tierra como consecuencia de la guerra de Méjico y también por pactos más o menos forzados entre diversas naciones. Sí, hubo genocidio en América, y se exterminó a razas completas, pero no hicieron eso los españoles, sino los británicos, franceses, y, a escala mucho mayor, los estadounidenses.

    De hecho los españoles nunca tuvieron colonias en América o en ningún otro sitio del mundo, sino provincias y virreinatos, cuyos mandos respondían directamente ante el Emperador. Eran desconocidas en las conquistas no españolas las insituciones obligatorias Consejo de Indias y el Juicio de Residencia. Este último lo sufrieron gobernadores (y altos funcionarios en general) en cuanto dejaban su puesto, en nombre del Rey sobre lo que se le pudiera acusar por parte de quien fuese, si entendían que habían cometido algún delito o falta durante su mandato. Algunos fueron encarcelados por abuso de poder (incluso el propio descubridor, Cristóbal Colón, fue llevado a la corte de Isabel la Católica cargado de cadenas por eso), aunque la mayor parte de ellos fueron declarados inocentes porque habían hecho todo conforme a la ley y a las virtudes cristianas. Pensemos qué habría ocurrido si los gobiernos coloniales de franceses e ingleses hubieran tenido que pasar por esas horcas caudinas... Cuántos pactos con los indios traicionaron los blancos, cuánto genocidio y guerras injustas hace uno o dos siglos en el territorio de los actuales Estados Unidos se debieron a la avidez de los blancos. Hasta el establecimiento de las reservas indias es un exilio en su propio país, y una grave vergüenza para los derechos humanos. Eso no ocurrió nunca en la América Española.

    La otra institución que mencioné antes, el Consejo de Indias, cuidaba que en el Nuevo Continente la justicia del Rey se cumpliera igual que en la España Europea. Entre las primeras universidades de España están las de las capitales de Santo Domingo, Perú y Méjico, en el siglo 16, lo que las convierte en las primeras de todo el continente. Además, algunos aborígenes americanos adquirieron la condición de nobles, lo cual fue totalmente desconocido en la América no española. No lo consiguió, sin embargo, Simón Bolívar, y de ahí, se dice, le vino su odio a España.

    Cuando vino la independencia, aprovechando el desvalimiento de España por la traición de la Francia napoleónica invasora, hubo un profundo retroceso en el territorio americano. Los indios perdieron sus derechos, y ocurrió genocidio en diversas partes del sur del continente por primera vez en su historia. Pronto comenzaron guerras entre los nuevos estados, que habían disfrutado de paz durante más de trescientos años, los del dominio español. Según confesión pública del Libertador Simón Bolívar, Hemos conseguido la independencia a costa de todo lo demás.

Estas ideas que os presento en este artículo se pueden leer y comprobar en el extraordinario libro de Elvira Roca Brea Imperiofobia y leyenda negra, que apareció hace unos meses. Se le puede encontrar en cualquier li­bre­ría, pero también en Amazon. Hay verdades que duelen, y este libro mete el dedo en la llaga de la envidia y de la falsedad de los que inventaron la Leyenda Negra Española, aclarando cosas hasta ahora inexplicables, como el modo en que Francisco Pizarro pudo conquistar con sólo 284 soldados un territorio cuatro veces mayor que España.

    Ciertamente, la imperiofobia existía desde mucho antes que España: ya se temía y se odiaba al Imperio Romano, y después también al Británico y ahora al de Estados Unidos, por lo hablar del Islámico o el Turco en la Edad Media. Pero mientras que en Inglaterra en el tiempo presente se encuentra a muchas personas que presumen de su Imperio Británico, en España casi nadie habla del Imperio Español. Eso se debe a que hasta ahora los españoles se han creído las mentiras vertidas en esa leyenda, por ignorancia o complejo de inferioridad, mientras que otros países, como Inglaterra, Francia Turquía y algunos otros tienen mucho más que callar. ¿Dónde están los millones de indios que vivían en el territorio de los actuales Estados Unidos? Recordemos aquella frase tan aceptada allí: El mejor indio es el indio muerto. ¿Y dónde están los indios que vivían en la América Española? Ciertamente, en la actual Sudamérica. Porque los españoles sí que se casaban con las indias, como Elvira Roca demuestra en su libro, por orden de la propia Reina Isabel de Castilla. No puedo imaginar a ningún monarca británico diciendo eso... España se copiaba a sí misma en la tierra conquistada, al revés de lo que hacían los demás, que se dedicaron a expoliar por medio de sus armas más poderosas.

    Pizarro y Almagro comenzaron la primera guerra civil española en el suelo de Perú. Por eso y otros detalles que se pueden leer en él, el libro de Elvira Roca Brea debería leerlo todo español que desee saber cuál es nuestra herencia cultural, y por ese conocimiento y el de la abundante bibliografía que le acompaña, defendernos allí, donde haga falta. Hubo un tiempo en que toda Europa temblaba cuando los Tercios Españoles se movían. Hoy en día Europa se burla de España y de los españoles todo el rato. Porque somos ignorantes de nuestra propia historia. Defenderla exige conocerla. Libros como este son indispensables en nues­tras bibliotecas. Recomiendo enca­recidamente la lectura de este libro y agradezco a su autora las respuestas a las preguntas importantes que me hacía yo durante mucho tiempo. Por ejemplo, por qué los ingleses no enviaron una flota para castigar el ataque de la llamada Armada Invencible. La respuesta es que sí que mandaron su flota..., que fue vencida frente a Galicia. Y, además, ellos perdieron aquella guerra, aunque eso lo silencian los orgullo­sos dueños de la Plaza de Trafalgar por vergüenza, y los españoles por ignorancia.


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